6/12/2005

Cine Tailandés: No solo horror y travestismo.

Pese a la sorpresiva oleada del actual cine tailandés, puede ser motivo de asombro descubrir que la cultura cinematográfica del país posee una larga historia que empieza en los comienzos mismos del cine mundial. Lo mismo que en otros muchos países, la primera generación de películas provenían de los cinematógrafos parisinos y sólo contabilizan en términos de exhibición. El más antiguo record que sobre ello se conoce se encuentra en el diario Bangkok Times del 9 de junio de 1897. Según Dome, archivero de los Archivos de Cine Nacional, “allí hay anuncios en ambos idiomas, inglés y thai, avisando de un espectáculo titulado Cinematógrafo Parisino”. Sin embargo, dado que el anuncio explica que las interpretaciones, presentadas por S.G. Machovsky, tendrían lugar por última vez y por expresa petición del público, es evidente que desde algún tiempo antes se vendrían realizando exhibiciones semejantes, aunque tal vez en espacios privados que no necesitarían la publicidad. Si bien no hay seguridad sobre ello, es posible que la persona que trajo el cinematógrafo a Tailandia haya sido el francés Gabriel Veyre, quien lo llevó a diferentes países de América Latina y a Japón.
Cinematografía tailandesa contemporánea.

Hace pocos años se escuchaban quejas en la industria acerca de la decadencia del arte cinematográfico en Tailandia. La invasión de blockbusters hollywoodenses y la presencia dominante de compañías dedicadas a la filmación de películas de sexo, hicieron que la mayor parte de los productores locales intentaran apelar a la audiencia con menos de 17 años de edad. Gracias a ello los temas y tramas frecuentemente se concentraron en dramas estudiantiles, comedias y películas de acción para adolescentes, sin que hubiera apenas espacios para otros géneros.
En 1997, un nuevo capítulo quedó abierto para el cine tailandés cuando un grupo de realizadores de la televisión comercial emigró al mundo del cine. El debut de Penek Ratanaruang, con la película Fun Bar Karaoke , arrojó una luz de esperanza después de una exitosa premier en Berlín y un mes más tarde otro realizador proveniente de la publicidad, Nonzee Nimitbutr, tuvo un éxito fenomenal en su debut con Daeng Bailey and Young Gangster , película que rompió todos los records de taquilla en el país y se convirtió en la producción nacional con mayor recaudación dentro del país en todos los tiempos.
Ambas películas abrieron la cultura tailandesa a las audiencias de todo el mundo. Entonces, cuando vio la luz el segundo trabajo de ambos directores, 6ixtynin9 (Penek) y Nang Nak (Nonzee), ello atrajo la atención de la empresa holandesa Fortissimo Film Sales, un líder entre los agentes de venta del cine Asiático. Hoy las películas tailandesas han alcanzado un estándar internacionalmente aceptable y comienzan a ver como van teniendo distribución mundial.
6ixtynin9 fue la primera película tailandesa que interesó a Fortissimo Film Sales. La película cuenta una historia de la vida en el Bangkok moderno durante la crisis económica asiática y marca a su director, Penek Ratanaruang, como un verdadero auteur que promete desarrollar una carrera a medio camino entre el cine mainstream y el underground . A su vez, Nang Nak, la película de Nonzee, es mucho más mainstream con su relato familiar de un fantasma que desafía la muerte y el destino para continuar viviendo con su marido; en realidad un remake de una historia común en el cine tailandés a la cual esta vez se le agrega el ingrediente del romance. Junto con su reinvención de los antiguos relatos del folklore nacional, Nang Nak hace un buen uso del estilo hollywoodense del espectáculo visual.
El mayor éxito del 2000 vino igualmente de un director proveniente de la publicidad, Yongyoot Thongkongtun, quien estremeció la industria con su debut en The Iron Ladies , comedia de deportes basada en hechos reales acerca del equipo de volleyball que ganó el campeonato nacional de 1996 e integrado por travestis. La película no solo tenía valores novedosos, sino que impactó a las audiencias con su poderoso retrato de la amistad entre un grupo de travestis.
Otras películas que merecieron premios y elogio en varios festivales internacionales fueron Fah Talay Jone, de Wisit Sassanathiang, así como Bangkok Dangerous , de los mellizos Oxide y Danny Pang. Fah Talay Jone , película que recuerda a las películas de acción tailandesas del viejo estilo, paga tributo al director Rattana Pestonji quien fue un verdadero adelantado a su tiempo. Wisit se mantiene próximo al estilo de las viejas películas de género tailandesas hacienda uso de una exagerado estilo de actuación e hipérboles visuales.
Dirigida por Danny y Oxide Pang, mellizos de Hong Kong, Bangkok Dangerous es una película de acción acerca de un asesino profesional. La película está fuertemente influenciada por el trabajo de sus contrapartes hongkonesas como Wong Kar-wai y John Woo. Pero la descripción del mundo silente del asesino es fascinante. Algunas escenas tienen intercalados de metraje en blanco y negro mientras que la edición es rápida y cortante.
A medida que la industria abrió más oportunidades para las películas tailandesas, muchos directores establecidos regresaron detrás de las cámaras después de haber sido puestos a un lado por el predominio de las películas para adolescentes. Dentro de ellos destacan los nombres de Euthana Mukdasanit (Butterflies and Flower; Sunset of Chaophaya y Youth Soldiers), uno de los más promisorios de entre los jóvenes directores de los 80, Bandit Ritthakol (Satang y The Moonhunter) y Thanit Jitnukul quien con Bangrajan , un relato épico-histórico acerca de una batalla entre pobladores tailandeses y el ejército de Burma, se convirtió en el más exitoso director del año 2000.
En 1997, el Príncipe Chatreechalerm Yugala presentó Suriyothai , la producción tailandesa más cara de todos los tiempos, también un relato histórico-épico que demoró dos años en ser filmada. Otro realizador, el internacionalmente aclamado Cherd Songsri, realizó una adaptación de la novela clásica Behind the Painting , la historia de un amor prohibido entre un hombre joven y una anciana. Un detalle interesante es que no sólo han regresado al cine estos directores que parecían haberse retirado, sino que directores anteriormente condenados por realizar un cine de bajos valores para adolescentes, se han sumado a la oleada del nuevo cine tailandés; tal es el caso de Kittikorn Liaosirikul, quien hizo una mucho mejor película acerca de adolescentes y el football con The Goal Club.
Del mismo modo que la tendencia general del cine tailandés, la cinematografía alternativa hizo erupción en 1997 cuando la Thai Film Foundation inauguró la primera competición de cortometrajes. El festival abrió la oportunidad para que sometieran sus películas lo mismo estudiantes de cine que público en general lo mismo para la competición que para las exhibiciones. Este año marcó el inicio de una cultura del cortometraje en el escenario fílmico del país, al punto de que la cantidad de trabajos admitidos ha ido en constante crecimiento desde entonces (30 en 1997, 83, 117 y luego 93). Del grupo de cineastas alternativos (muchos de cuyos cortos han sido presentados en festivales regionales como el de Singapur e incluso en Oberhausen), el más sólido parece ser Aphichatphong Weerasetthakul quien comenzó haciendo videos caseros desde que su época de estudiante de arquitectura y más tarde alcanzó a estudiar cine en el Art Institute of Chicago. Desde entonces los trabajos de Weerasetthakul no solo se han tornado más profundos, sino también mucho más antinarrativos y experimentales.
El pasado año generó sensaciones mezcladas en cuanto al estado de la industria del cine en el país. Por una parte, y en la superficie, la producción anual pasó de 22 películas en el 2002 a 48 (el doble) y se espera un salto semejante para el año corriente. El entusiasmo corrió cuando en la primera parte del año varios títulos fueron presentados en importantes escenarios internacionales (las que mejor acogida merecieron fueron: Last Life in the Universe de Penek Rattanaruang, Ong Bak de Pratya Pinklaew y One Night Husband de Pimpaka Tohveera); sin embargo, hacia la segunda mitad se hizo claro que la expectativa no estaba en correspondencia con la respuesta del público, pues no pocas de las obras fracasaban en taquilla. La lista incluye películas como Last Life in the Universe , de Penek Ratanaruang, la edición que Francis Ford Coppola hizo de Legend of Suriyothai, One Night Husband de Pimpaka Tohveera, primera mujer realizadora en Tailandia y Mahaut, obra del muy conocido Oxide Pang, excesivamente cargada de efectos especiales. Last Life in the Universe, aún mereciendo el premio al mejor actor en el Festival de Venecia para Asano Tadanubo, resultó el más grande fracaso en las taquillas de su director. Estando así las cosas, lo cual dio pie a todo tipo de dudas en cuanto al futuro del cine tailandés, hacia el final de año apareció My Girl, película infantil que sorprendentemente rompió todos los records de recaudación en el país. La película, organizada alrededor de la nostalgia por la infancia y la cultura popular de los 80 –canciones, programas de televisión, estilo de vida a la antigua- se ha convertido, por derecho propio, en una leyenda del cine nacional; en su realización colaboraron seis nuevos directores jóvenes y contó con la cooperación de tres estudios: GMM Pictures, Tai Entertainment y Hub Ho Hin.
Si de agrupar por género se trata, no hay dudas de que el género más popular en el cine tailandés es el horror, al cual le sigue la comedia y en un tercer lugar las películas con tema travesti. Todos los tipos de creencias que en el país existen acerca de los fantasmas han sido explotadas en el cine nacional: desde ogros hasta espíritus, desde vampiros indígenas hasta el Drácula occidental. Y cuando las películas sobre travestis demostraron ser populares, quizás después del éxito internacional de Iron Ladies , fue construido un fantasma híbrido para la película Phee Kratoey (El fantasma travesti). En cuanto a la comedia, es tal su éxito que sus actores son los mejor pagados del cine nacional y algunos de ellos han comenzado a dirigir sus propias obras, entre ellos Mom Jokmok, quien obtuvo un super-éxito con su debut como realizador en The Bodyguard, y Thep Pho-ngam, quien igual consiguió recaudaciones millonarias con Killer Tattoo y Old Man Rock. En cuanto a las películas con tema de travestis, la mayoría están hechas mediante la acumulación de bromas y chistes acerca de los modales de sus personajes de este tercer sexo y sus comunidades. Sin embargo, la presentación de Beautiful Boxer puede cambiar las cosas. Basada en una historia real, la película cuenta la historia de Tum, boxeador que debe combatir su propio corazón divido entre el deseo de seguir desarrollando su carrera como boxeador y el deseo otro de convertirse en mujer.
Dentro de este tremendo resurgimiento, tanto veteranos como recién llegados comparten la bonanza, de modo que las oportunidades para filmar llegan hoy a manos de todos: jóvenes y viejos, debutantes o establecidos, hombres o mujeres. Una de las mejores noticias del cambio ha sido la aparición de un grupo de mujeres realizadoras, comenzando por Pimpaka Tohveera, quien dirigió One Night Husband, y seguida por las hermanas Buranee Rachaiboon y Nida Sudasna, quienes enseñaron a un serial-killer caníbal en See-Oui, a las cuales sigue la actriz convertida en directora Mona Nahm, realizadora de la película de acción-aventuras Khon Ra-luek Chat (The Resurrection Man). A su vez, de la vieja generación, Manob Udomdej, conocido como el gran experto nacional en cine negro, mereció varios premios y el reconocimiento del público por Macrebour of Prompiram; la película parte de titulares de un caso publicado en la prensa treinta años atrás para narrar la historia de una mujer violada en una noche por todos los hombres de la aldea de Prompiram.
Finalmente, y como parte del recuadro en donde lo anterior se inserta, el Festival Internacional de Cine de Bangkok incluyó una sección panorámica sobre el cine tailandés y abrió un espacio para el mercadeo de películas.

El 2005 todavía puede ser un año excitante para el cine de Tailandia, pero el entusiasmo tiene que ser renegociado con los verdaderos estándares de la cinematografía mundial y sin sucumbir a la petulancia de aquellos ingenuos locales que creen que ya alcanzaron todo. Tal vez este sea el mayor desafío del cine tailandés de hoy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

necesito toda la imformacion desde Tailandia para tener contactos del rubro minero.