Había posteado por primera vez. Me quedaba esa espinita de insatisfacción y un gustito amargo en la boca. Mi abuelo me hubiera dicho: “Tenés hormigas en el c… que estás tan inquieta?” Sentía esa especie de intranquilidad como ocurre cuando te das cuenta que no has dado todo de tí mismo al finalizar un cometido.
Analizaba la información que habíamos presentado hasta ahí… Completa, bien organizada, interesante el contenido. Y sin embargo… ¿Qué estaba faltando?
Fue en ese preciso minuto que llegó a mi mente lo que siento al llegar a casa de Diana y Alex, mis amigos desde que llegué a Montreal. Cuando entré a su hogar por primera vez, sentí que todo en ese departamento me daba la bienvenida. Todo es calidez allí. Un hogar que te hace sentir precisamente así: en TU casa. Qué lo hace tan especial? Pues… Nada y todo a la vez: Alex y Diana aman su lugar y ponen tanto esmero en su cuidado, que eso lo transmite cada rinconcito, cada mueble y cada detalle. La energía del lugar es un abrazo permanente pero que a la vez te hace sentir en paz, que respiras libremente, que podés ser.
Eso era lo que había faltado: transmitir cuanto amamos nuestro país y cuan comprometidos estamos con su presente y futuro. Qué nos preocupa, qué nos hace vibrar y por qué.
Quizás al comenzar el juego no me di cuenta de los alcances que tendría. No estábamos poniendo en juego cuanta información podíamos recopilar, sintetizar y transmitir. Se comenzaban a mover los engranajes de nuestros procesos internos. Se ponían en juego nuestros valores y principios. En definitiva, nuestro compromiso con la vida. Compromiso de ciudadanos de Tailandia, de nuestros propios países y de este loco planeta azul que maltratamos tanto y sin embargo… Respira!
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